Son muchos los paleontólogos conocidos, sobre todo en la especialidad de los dinosaurios, y a su vez, muchas las páginas web y los libros de Paleontología que, de una u otra manera, los citan y publican sus biografías.
Pero el objetivo de esta web no es la Paleontología en general, ni tampoco el de divulgar los descubrimientos y conocimientos sobre el mundo de los dinosaurios, sino que trata de los cefalópodos fósiles, y por lo tanto, citaremos a aquellos científicos, geólogos, paleontólogos y aficionados coleccionistas, que de una u otra manera guardan relación con el mundo de los cefalópodos fósiles en general, y de los ammonites en particular, o bien han tenido relación con la zona geográfica que analizamos.
El papel de los aficionados |
Desde tiempos remotos, los fósiles han llamado la atención de los humanos, siendo recolectados y usados como amuletos o como simples elementos decorativos, aún sin conocer su origen.
En el siglo XIX aparecen los primeros paleontólogos modernos, que comienzan a estudiar su origen, y crean un interés científico por los mismos. Cierto es que la mayoría de ellos comenzaron a recolectar fósiles como afición, como es el caso de Mary Anning, que comenzó recolectando fósiles en la playa para su supervivencia económica, y terminó siendo toda una experta en fósiles del Jurásico Inferior. O William Walker, fontanero inglés aficionado y coleccionista de fósiles que encontró una garra de unos 30 cms. en una cantera al sur de Inglaterra, perteneciente a un dinosaurio carnívoro totalmente nuevo. Incluso ya en el siglo XX, y a medida que disponemos de más medios para ampliar el conocimiento, se despierta aún más el interés por encontrar, limpiar, identificar y exponer esas piezas que representan a seres vivos del pasado, la mayoría de ellos ya extinguidos.
Suele ocurrir que, una vez que tras el fallecimiento del coleccionista aficionado, esos fósiles terminan generalmente siendo donadas a museos, colegios o universidades.
Por otro lado encontramos que en ocasiones, esos "coleccionistas amateurs" se han unido para conseguir formar asociaciones paleontológicas, con una formación casi profesional, que finalmente terminan con la constitución de un museo local o regional.
El aficionado no necesita depender de una subvención para poder hacer prospecciones en el campo, ya que sus estudios y búsquedas las efectúa en un radio pequeño desde su domicilio, lo que le permite conocer más a fondo el terreno, los estratos y los fósiles que contienen. Es el trabajo de campo de la Paleontología, el llevado a cabo por estos aficionados, quienes posteriormente son los que aportan un gran número de ejemplares, principalmente invertebrados, a las vitrinas de las colecciones museísticas y de los museos.
El fósil, en el campo, se deteriora sin remedio como consecuencia de la erosión provocada por los agentes naturales o por la intervención humana, además de que no hay ninguna figura gubernamental que sea capaz de proteger todo el patrimonio paleontológico que nuestro suelo encierra. Mientras tanto, el fósil recolectado e incluido en una colección, debidamente catalogado y disponible para su estudio (si así fuera necesario), sirve de promoción y divulgación cultural, a la vez que de incentivo para los jóvenes interesados en el fascinante mundo de la Paleontología.
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